Mi Pequeña Reflexión
Pequeña Reflexión
Reflexión sobre el papel de las administraciones públicas en la igualdad entre mujeres y hombres
Como mujer entre los 35 y 50 años, con hijos a mi cargo, siento que el principio de igualdad entre géneros es algo que no solo me afecta personalmente, sino que también me compromete desde mi rol como empleada pública. En la esfera privada, he vivido las tensiones que muchas mujeres enfrentan al intentar equilibrar sus responsabilidades familiares y profesionales. En el ámbito laboral, he visto cómo las desigualdades estructurales a menudo pasan desapercibidas, perpetuándose en la rutina. Esto me ha llevado a una introspección profunda: ¿qué puedo hacer yo, desde mi posición, para contribuir al cambio hacia una igualdad efectiva?
Primero, creo que es fundamental ser consciente de los sesgos que operan a diario en nuestras organizaciones. Las administraciones públicas, a pesar de su vocación de servicio y justicia, no son inmunes a prácticas que refuercen estereotipos de género o a procesos que penalicen, de manera inconsciente, a las mujeres. Desde mi perspectiva, este reconocimiento es el primer paso hacia el cambio. No podemos modificar lo que no vemos o no queremos ver.
Además, es crucial incorporar la perspectiva de género en cada decisión que tomamos en nuestra labor diaria. Desde las pequeñas gestiones administrativas hasta las políticas públicas que diseñamos o implementamos, tenemos el deber de preguntarnos: ¿cómo afectan estas decisiones de manera diferente a mujeres y hombres? ¿Estamos facilitando la conciliación o, por el contrario, reforzando roles tradicionales de género?
Como madre, también siento una responsabilidad adicional hacia las futuras generaciones. No se trata solo de cambiar las políticas actuales, sino de crear un entorno en el que las niñas y los niños vean ejemplos claros de equidad. En este sentido, la administración pública tiene un poder transformador: desde nuestras actuaciones y nuestro lenguaje, podemos ser modelos de igualdad. Si bien soy una persona reflexiva más que activa, creo firmemente en la influencia silenciosa pero poderosa que tiene una conducta coherente con nuestros valores.
Otra acción clave que podemos emprender es fomentar la corresponsabilidad. Como mujeres, tendemos a asumir un peso desproporcionado en el cuidado del hogar y de los hijos, lo que limita nuestras oportunidades profesionales y personales. Desde nuestra posición en la administración, podemos visibilizar y promover medidas que permitan una mayor corresponsabilidad, como horarios flexibles, teletrabajo, permisos de paternidad que realmente se utilicen y programas de formación para combatir los estereotipos de género.
Finalmente, debemos ser conscientes de que el cambio cultural lleva tiempo y que, aunque a veces puede parecer que los avances son lentos, no debemos perder la esperanza. Cada gesto cuenta. Como empleadas públicas, estamos en una posición privilegiada para liderar con el ejemplo. No solo es importante lo que hacemos dentro de nuestro entorno profesional, sino también cómo hablamos del tema con nuestras hijas e hijos, con nuestras parejas, y cómo exigimos un trato justo en cada aspecto de nuestra vida.
En resumen, creo que el cambio hacia la igualdad de género empieza por una toma de conciencia individual que se traduce en pequeñas acciones cotidianas. Desde mi posición como empleada pública, puedo promover y exigir el respeto a los derechos de las mujeres, luchar contra los sesgos y contribuir a la creación de políticas que garanticen un futuro más equitativo para todas y todos. Tal vez no soy la persona más activa, pero desde mi reflexión constante puedo ser parte de un cambio sostenido y duradero.
Mi pequeña reflexión..............
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